Los almendros, esos pioneros de la floración primaveral, que motean de luminoso blanco nuestros campos. Las abejas, esos frenéticos y voraces insectos, que en su empeño por alimentarse se convierten en transmisores para propagar las semillas y provocar la fructificación.
El sol, que por esas fechas, comienza a iluminar y calentar con otra intensidad.
Una muestra más de la naturaleza que nos rodea.
DSLR, macro 90 mm. f2,8 a f9 - 1/160s. ISO 100
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