martes, 29 de mayo de 2012

Sobreviviré

Hace unos días subí de nuevo a una elevación que hay cerca de la carretera que atraviesa la Sierra de la Oliva,
entre Oliva de Mérida y Palomas.
Ya había estado allí a primeros de marzo atraído por la imagen de este pino solitario; y encaramado a un resalte
rocoso tomé unas fotografías de este árbol.
Cada vez que pasaba en coche y lo avistaba, me sorprendía su figura, único y aislado ejemplar de su especie
en aquel lugar, y siempre me preguntaba cuantos años llevaría allí y como habría llegado hasta esa ubicación:
si de la mano del hombre o por algún método natural de propagación.
Siempre lo había visto como a un superviviente: azotado por el viento y el frío durante los meses invernales y 
asolado por el calor durante el estío, soportando estoicamente y sin ningún apoyo todas las inclemencias 
meteorológicas.
Las fotos de marzo no me gustaron mucho. Ni el fondo colaboraba a destacar su figura ni el enfoque quedó 
todo lo fino que yo hubiera deseado.
Esta vez, en cambio, tanto el cielo del fondo como el enfoque (nitidez) me gustan más, pero sin embargo me da 
la impresión de que sus hojas no están tan verdes como hace unos dos meses y medio.
Ahora, cuando observo las diferencias que muestran sus hojas en este transcurso de tiempo, me pregunto si será 
capaz de sobrevivir mucho tiempo más o si las pocas hojas que le quedan pronto dejarán desnudos los tallos
que las sustentan, como supongo que pasó con las ramas inferiores.
Está solo, ... pero seguro que si le pones música, lo verás bailando al grito de "sobreviviré" (I will survive).

DSLR, 70-200 mm f2,8 a f8- 1/320 s. ISO 200



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