jueves, 13 de diciembre de 2012

Niebla milenaria


Las milenarias piedras del Puente Romano sobre el río Albarregas y las que, junto con el rojo ladrillo, sustentan
el Acueducto de los Milagros, se difuminan rodeadas de la densa niebla de esta fría mañana en Emerita Augusta,
capital de la antigua Lusitania romana.



El Puente sobre el río Albarregas es una construcción que se supone coetánea a la fundación de la ciudad;
mide unos 125 m. de largo por 7,90 m. de ancho y tiene una altura de unos 6,50 m.
Servía de entrada y salida por el norte de ciudad, dando acceso o formando parte de la Vía de la Plata y de la vía
que llevaba a Lisboa.
Debido al escaso caudal del río Albarregas, su sencilla estructura de sillares almohadillados de granito solo
consta de 4 arcos, a los que posteriormente se le añadieron otros dos más pequeños que servían de aliviadero
ante las crecidas estacionales.
Aunque en fechas más o menos recientes fue reformado con algunos añadidos en la parte superior, su estado
actual no parece que sea muy diferente del original.

El Acueducto de los Milagros se construyó aproximadamente en el s. I de nuestra era para salvar el valle del
Albarregas. 

Podría decirse que forma parte de la obra hidráulica compuesta por el embalse de Proserpina, la torre del agua
(castellum aquae) y la conducción, tanto subterránea como superficial, de unos 10 ó 12 km. que tiene su inicio
e
n la presa de Proserpina y desemboca en una piscina limaria, donde el agua se liberaba de las impurezas que
arrastraba y reducía su velocidad, para después continuar un corto trecho y enlazar con el propio acueducto que
la conducía hasta la torre del agua, situada en el punto de mayor altitud de esta zona. Desde aquí, el preciado
líquido se distribuía al sector oeste de la ciudad romana.
Dejando al margen su longitud estimada en unos 825 m. así como la fabulosa altura de sus pilares enlazados por
arcos y que alcanzan los 25 m., una de las principales peculiaridades de esta obra arquitectónica es la
constante superposición de cinco hiladas de sillares de granito y otras cinco de ladrillos. Curiosamente todas
las dovelas de los arcos están confeccionadas también con ladrillos a excepción del arco situado en pleno cauce,
cuyas dovelas son de granito.


Dos magníficas obras que han superado el paso del tiempo, y que en estos días se dejan acariciar por la gélida
niebla que las envuelve y nos las ofrece como un regalo de valor incalculable.


DSLR, 17-50 mm. f2,8 a f14 - 0,7s. ISO 100

4 comentarios:

  1. Mérida es una gran ciudad, de gran belleza y a la que da gusto volver. Y hablando de nieblas ;-) ... esta te ha quedado de lujo, parece sacada de otro tiempo, de aquellos de la antigüedad.
    Un placer conocer tu blog, te sigo para no perder la pista
    Un abrazo

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    1. Gracias, Ángel.
      Estoy encantado de verte por aquí, con niebla o sin ella.
      Seguimos en contacto.
      Saludos.

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  2. Proserpina, conducciones, acueducto,... envueltos en la niebla evocan tiempos pasados en los que hicimos una intrépida incursión en la conducción subterránea de Rabo de Buey. Gran foto y grandes recuerdos.
    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Si Paco, grandes recuerdos.
      Solo que parece que han pasado milenios, joder !!!
      A ver si nos vemos pronto, que no estamos tan lejos.
      Un fuerte abrazo.

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SE CRÍTICO CUANDO COMENTES Y RESPETUOSO SIEMPRE.